Tengo dos magníficas cunas de Ikea de 1.40 x 70 heredadas de unos primos míos gemelos. El tamaño de las cunas es tan bueno que cuando nació la pequeña, la mayor (de 18 meses) seguía durmiendo en su cunita tan contenta… y con vistas a que ahí siguiera muuuucho tiempo más. La idea era haber dejado las dos cunas, una al lado de la otra, ocupando toda una pared de su cuarto, pero seamos realistas: su cuarto no es especialmente grande, y para meter las dos cunas tenía que quitar la estantería de juguetes… algo impensable, puesto que no tengo cuarto de jugar (ya me gustaría) y todos sabemos que dos niños no significa que vayan a jugar con los mismos juguetes, sino más bien al revés: te toca volver a sacar los juguetes de cuando la mayor era bebé, y se vuelve imprescindible un rincón donde guardarlos todos.
Así que cambié de idea y empecé a buscar cunas-nido… pero o me iba al mueble entero con cómoda, cuna y cama, o no había nada. Dándole vueltas, pensé que en lugar de poner una cuna al lado de otra, ¿por qué no metía la cama debajo de la cuna? La idea es tan fácil que cualquiera puede hacerlo: no necesitáis ningún conocimiento o habilidad especial, tan sólo un somier del mismo tamaño que la cuna (en mi caso, el de la otra cunita que tenía), discos protectores para colocar debajo y evitar rayar el suelo al meter y sacar la cama (en mi caso los puse en los tornillos que deberían sujetar el somier a la cuna) y, como mi hija había dormido en cuna hasta que la pasé a su «cama de mayor», compré la barandilla Vikare de Ikea y se la puse en uno de los lados. Perfecto, además, para ayudarte a sacar y meter la cama de debajo de la cuna.
A Blanca le apasiona dormir en su nueva cama, de donde entra y sale sin problema, y salvo una de las primeras noches, que nos la encontramos prácticamente debajo de la cuna (lección aprendida: siempre hay que dejar un pelín de la cama debajo de la cuna, de manera que la niña no pueda «colarse»), ¡la solución me ha venido fenomenal! Durante el día la cama está recogida debajo de la cuna, y el cuarto queda despejado para que las niñas puedan jugar a gusto. Tengo clarísimo que en cuanto Ana tenga edad para pasar a cama, quitaré la barandilla de la cuna para convertirla en cama y tendré así mi propia cama-nido… ¡pero eso ya os lo contaré más adelante!
Y, si no, siempre puedo reciclar una de las cunas en esta primera mesa de trabajo que de la que hablaba Lucía hace un par de días en Baballa… ¡ayyyy, cuánta inspiración para tan poco espacio! 😀
-María
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