La semana del Día del Libro es la Semana Cultural en el colegio de mis hijas y, como todos los años, cada curso «estudia» una obra literaria que, en el caso de los pequeñajos, son cuentos de toda la vida. ¿Recordáis el disfraz de búho que hice el año pasado para la mayor? Pues esta vez el cuento elegido era 101 dálmatas y reconozco que cuando me lo dijeron no lo dudé ni un minuto… ¡me lo habían puesto «a huevo»! A estas alturas ya sabéis que esta segunda me ha salido más bien guerrera y diablillo, así que en casa todos teníamos claro de qué iba a ir disfrazada: Cruella de Vil, ¿quién, si no? El paso a paso, además, es extremadamente sencillo, ¿os animáis?
Antes de empezar fui a mis lugares habituales de abastecimiento: el chino de debajo de mi casa, donde ya tenía los tutús fichados, y H&M, donde sabía a ciencia cierta que encontraría una camiseta y unas mallas para que no se me congelara viva la pobre niña. Los guantes me dieron algo más de guerra, ¿habéis probado a encontrar guantes en esta primavera tan veranil? De ahí que le quedaran como para hacerse un disfraz entero con ellos… Como la camiseta era blanca (no encontré negra, que habría ido más acorde con la realidad) le pinté manchas de dálmata y, la verdad… ¡creo que me gusta más así! Negra igual habría sido demasiado para una niña tan pequeña, ¿no os parece?
Para la capa, tenía por casa forro polar blanco de una manualidad anterior (ya me conocéis) y tela roja que me había sobrado de las capas de caperucita roja que hice para las invitadas al cumple de mi hija. El proceso no puede ser más sencillo: recortáis un rectángulo de cada tela del tamaño de vuestra pequeña, los coséis juntos y dejáis un trocito abierto para darle la vuelta y que queden las costuras por dentro. Pasáis un lazo por la parte superior para poder fruncir la capa, ¡y listo!
Como mi hija es muy pequeña, le hice el cigarrillo con papel y una cartulina azul (aunque luego la profe de mi hija, que también iba de Cruella, me dio otra idea que me encantó: pajitas de colores), pues pensaba hacerlo con un palo o algo más rígido pero luego me dio miedo que se pusiera a correr y se lo clavara.
¿Lo mejor del disfraz? ¡Que no os podéis imaginar lo muchísimo que disfrutó siendo la mala, malísima del cuento!
-María
