El finde pasado empezamos con los preparativos de Halloween. Y no es que seamos muy de celebrar Halloween por aquí, pero en casa cualquier excusa es buena para idear un disfraz y pasarse la tarde entera poniendo y quitándoselo 😉
En casa somos muy, muy fans del libro El monstruo de colores, de Anna Llenas, ¿lo conocéis? Es un pobre monstruo que se ha hecho un lío con las emociones, y tienen que ayudarle a ordenarlas. La versión que tenemos nosotros es pop-up, además, así que encanta a mayores y pequeños. Si no lo conocéis, os lo recomiendo para la próxima vez que queráis regalarles un libro: nosotros nos podemos tirar horas hablando del pobre monstruito, de las emociones que hay y cuándo las que sienten y por qué.
El caso es que, este año, hemos decidido que queríamos ser monstruos, pero monstruos buenos 😉
Lo bueno de este disfraz es que ellos pueden ayudar a hacerlo; las mayores eran botes de las emociones, y fueron ellas quienes los pintaron con témperas, recortes de periódico y lápices de colores. Las dos emociones que eligieron fueron la alegría, y la calma (no les pueden pegar más, todo sea dicho…)
Y al monstruito le dejamos de blanco porque, en teoría, ya habíamos ordenado sus emociones (que estaban dentro de sus botes), pero también se le puede pintar con las emociones aún hechas un lío, o de una emoción en concreto: ¡libertad absoluta!
Como veis, pasamos una tarde de lo más entretenidos todos, y volvimos la casa un poco del revés para sacar las fotos 😉
¿Vosotros? ¿Haréis algo en Halloween este año? ¿Tenéis ya pensado disfraz?
-María