Hace un par de semanas estuvimos visitando el #pueblobonito de una #bonitapersona como es Andrea Amoretti, y sí, lo reconozco, me volví a mi casa no sin cierta envidia de ver los maravillosos rincones que esconde su casa, de la vida a un paso del campo de verdad y de la alegría que desprende toda ella. Tuvimos la suerte de que nos hiciera uno de sus talleres de estilo a Bea de cbda, a Mar y a mí, y de ahí salimos con dos ideas muy claras: que, lo creas o no, todo el mundo puede tener estilo, y que tener claro tu estilo te puede hacer más feliz.
Recuerdo perfectamente la primera vez que vi a Andrea: en la quedada que organizaron los alumnos de la primera edición de Hello! Blogging en El Patio del Fisgón, a finales de febrero, yo con un tripón importante ya y zapato plano a más no poder y ella con su sombrero y sus tacones, como no podía ser de otra forma. Entonces ya me pareció que tenía un estilo imponente, pero después de la visita a su casa y de compartir con ella un desayuno-taller de lo más agradable y distendido sé que, además, es una mujer de las de chapeau!
Andrea tiene la suerte de vivir en una maravillosa casona de tres plantas dividida en tres casas donde, en cada planta, vive una familia. Ella ocupa la parte de abajo y Elena, de Delic, la planta de arriba. ¿Que por qué os cuento esto? Porque dimos el taller de estilo en casa de Elena, ¡y alucinamos!
Una cocina de quitar el hipo, que es donde dimos el taller, llena de personalidad y detalles de aquí y allá. Con una nevera Smeg llena de fotografías de actores de cine, ¿me seguís? El sitio perfecto para el taller que íbamos a dar, eso seguro.
Entre pista y pista de estilo, un montón de anécdotas e historias. Como la historia de cómo conoció a su marido, que es tan maravillosa que me puso los pelos de punta, por qué echa de menos de vivir en un bosque alemán o hacia dónde parece que soplan los vientos ahora. Historias que sólo una madre de cinco (cuatro niñas y un niño) puede contar y que te incitan a compartir preocupaciones y filosofía de vida como madres.
Y sí, por si os lo preguntabais, guardo sus pistas de estilo como oro en paño. Tengo un par de ellas como mantra de cabecera, a ver si se me graban a fuego y le doy una alegría a mi madre, que me persigue desde que tengo uso de razón para que me ponga un tacón y me pinte un poco porque sí y no sólo para fiestas y celebraciones (jajaja, la pobre… hace tiempo que descubrió que pinchaba en hueso…)
Gracias, Andrea, por una mañana genial, ¡a ver si repetimos café y charla pronto!
-María
PD: Mamá, me he comprado unos tacones nuevos. No sé lo que me durará, pero algo es algo 😛