Justo antes de que naciera Bosco pasamos unos días en Santa Marta, entre campo y viñedos. Nos encanta ir ahí porque tanto niños como mayores disfrutamos del aire libre y de la tranquilidad de saber que los pequeños pueden correr fuera sin miedo a nada, y sin tener que andar con mil ojos por si salen a la carretera en plan niño inconsciente o se alejan demasiado entre la multitud.
Ahora, además, las niñas tienen ya una edad cómoda para dar paseos por el campo sin tener que cargar con ellas a mitad de recorrido porque se cansen (aunque alguna siempre lo intenta por si cuela), así que disfrutamos especialmente esos días de desconexión. Uno de nuestros grandes descubrimientos han sido las meriendas al aire libre, ¡y no sabéis cómo las disfrutan! Todas las tardes cogíamos nuestra cestita, la llenábamos de sandwiches, fruta o bollos, dependiendo del día, rellenábamos las botellas de agua y zumo o leche, ¡y a pasear!
Lo mejor del plan es que parece que el tiempo se detiene y podemos ir recogiendo margaritas por el camino y hacer coronas de flores después, buscar bichitos entre las piñas del suelo (si nos leéis a menudo seguro que ya sabéis cuál de mis dos hijas es más partidaria de las coronas y peinados, y cuál de los bichillos) y hacer el gamba probando a ver las cosas a través de diferentes objetos.
¡Un plan distinto que hemos descubierto hace poco y que nos encanta!
-María