Happy birthday, my litte boy!

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Mucho me temo que no es ningún secreto que se me cae la baba con mi chico. Y mira que me esfuerzo por que no se me note demasiado, pero reconozco que me ha pillado blandita… ¡y me da una pena enorme que se haga mayor!

Hoy hace un año que llegaste a nuestras vidas, y no pasa un sólo día sin que dé las gracias a Dios por ello; por ti, y tus dos hermanas. Por tener tres niños sanos, alegres y felices. Sobre todo felices. 

Llevo un rato buceando en el mar de fotos que tengo de este último año así que me vais a perdonar el post ñoño, pero si hay un común denominador en casi todas las fotos es esa mirada suya, mezcla de admiración, pasión y «prepárate-Bosco-que-esta-no-tiene-idea-buena» cada vez que está con alguna de sus hermanas. Me encanta cómo analiza cada cosa que hacen. Que se crea mayor aunque siga siendo un mico, y que reclame su huequecillo cuando juegan ellas juntas y le dicen eso de «Bosco, tú no, que esto es de mayores». Me encanta cómo se le ilumina la cara cada vez que oye sus voces, cómo las busca cuando vamos a recogerlas al colegio y las jalea cuando ve que no le están haciendo caso. Me encanta escuchar sus carcajadas con cada tontería que le dicen. Los saltitos que pega en su cuna cuando ve que se van todos a la cama al tiempo (qué gran decisión la de haberles metido a los tres a dormir juntos). Me encanta que, aunque sus hermanas no le dejan ni a sol ni sombra, y haya aprendido a defenderse aún siendo un pequeñajo, para él no haya plan más divertido que ser su muñeco. 

Happy birthday, my little boy! Ojalá sigáis teniendo esa relación tan especial tus hermanas y tú toda la vida, porque creo que los hermanos son el mejor regalo que os podíamos haber hecho nunca.

-María

Hermanos

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Estoy segura de que este post no es nuevo para nadie, y que todos los que tenéis más de un hijo lo habréis notado antes o después, pero el otro día hablaba con una amiga del vínculo tan especial que tenían nuestros hijos, de edades parecidas, entre hermanos, y hoy me he levantado pensando en ello.

Los dos primeros años de mis hijas fueron durillos, no os voy a engañar: encontrarte de pronto con un bebé en brazos cuando la «mayor» acaba casi de lanzarse a andar es una locura en todos los sentidos, por mucha ayuda que tengas. Mi madre siempre me decía eso de: «ya verás, luego jugarán un montón juntas» y yo, aunque quería creérmelo, en el fondo pensaba que ya veríamos. Mi hermana y yo nos llevamos 3 años y no podíamos ni vernos, así que, ¿por qué iba a ser distinto?