Aunque tanto mi marido como yo hemos tenido un mes de diciembre absolutamente tremendo de trabajo, el pasado puente de la Inmaculada nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos a pasar el puente a Sierra Nevada. Queríamos que los niños conocieran la nieve. En realidad, Mar ya debía ser experta en nevadas, dado que pasó su primer invierno en Nueva York y justo el año que estuvimos allí nos dijeron que hacía años que no nevaba tanto, pero claro, no se acordaba de nada. Lo cierto es que mi marido y yo fuimos con portátiles y blackberrys a cuestas, pero el trabajo tenía que esperar durante el día para poder disfrutar con nuestros pequeñajos del trineo y de las batallas de bolas de nieve… Una vez acostados nos tocaba volver a los contratos, etc, etc, pero sin duda el viaje y los momentos que pasamos allí con nuestros dos pequeños leoncitos merecieron las poquitas horas de sueño que tuvimos… No hay nada mejor que ver a tus hijos felices disfrutando de cada pequeña nueva cosa que viven. Uno vuelve a redescubrir el mundo gracias a ellos.
Qué tengáis un buen día.
– Mar