Mi hija cumple años en mayo, pero mi padre estuvo ingresado por esas fechas y la verdad es que al final la pobre se quedó sin su fiesta de cumpleaños. Así que pasado el susto inicial, y aprovechando que en agosto aún estarían varios de sus (y mis) amigos, decidimos celebrar su cumpleaños… ¡que no todos los días se cumplen 3 añazos! Escogí el tema de los helados al ver la receta de helados de bizcocho de Rosa Ardá, del blog Velocidad Cuchara… ¡sencillamente geniales! Así que en cuanto vi que Nina lanzaba su tienda con un montón de imprimibles para decorar las fiestas de cumpleaños de los peques de casa… ¡no lo dudé ni un instante! Nina, que es un solete, me envió toda la papelería de su ice cream party, que imprimí y recorté en casa… ¡y este es el resultado!
¡Los niños lo pasaron pipa! Aprovechando que en el jardín de casa de mis padres hay una súper casita, montamos el tenderete de helados ahí para que pudieran jugar ellos solos… ¡gran idea de mi marido! Se pusieron perdidos, eso sí… ¡pero era una maravilla ver cómo jugaban a ser tenderos por un día y se ponían feos a helado y bizcocho!
Os presento a los culpables de que la temática fueran los helados… Hice el stand de helados con una caja de cartón forrada con papel de rayas azules y le pegué una de las tiras que me envió Nina para forrar los botellines, para que así fuera acorde con el resto de la decoración.
Aprovechando que tenía que ir a Makro me hice con un paquete de zumos de naranja en botellines de cristal, que tan de moda se han puesto ahora, y vacié algunos para rellenarlos de leche. Les puse unas pajitas de colores y los forré con las tiras para botellas que me envió Nina.
Un cumpleaños perfecto para mi pequeña tendera y sus amigos. Porque aunque a veces creemos que son pequeños, y no se dan cuenta, también ellos se merecen poder disfrutar de «su» día. Un día donde puedan comer todo el dulce que quieran y disfrutar poniéndose perdidos sin que sus padres andemos riñéndoles por detrás y recordándoles para qué están los cubiertos. Un día lleno de carreras, gritos, juegos y risas. Sobre todo risas. No me extraña que aún hoy me pregunte que cuando volvemos a montar la tienda de helados…
-María