Cuando viví en Nueva York, absolutamente todo el mundo con el que me cruzaba durante el día me deseaba un Have a Nice day. Qué tengas un buen día. 5 palabras. No cuesta nada decirlas, y sin embargo me pareció una costumbre preciosa.
En una ciudad como Nueva York, en la que aparentemente todo el mundo va corriendo y que aparentemente es impersonal (y digo aparentemente de forma consciente, porque mi experiencia fue totalmente diferente), todo el mundo emplea un poquito de su tiempo al despedirse para desearte que tengas un buen día.
Y como todas las buenas costumbres hay que importarlas, yo intento desear un buen día a todo aquél con el que me cruzo. El portero de mi edificio. La chica que me ayuda en casa. La señora que me vende el pan. Mis jefes y compañeros de trabajo. La profe de mi hija. Y el efecto es inmediato; una sonrisa se dibuja en sus rostros y una respuesta: «Y tú también».
Así que extendamos la costumbre allá donde estemos: deseemos un buen día a todos aquellos con los que nos cruzamos a diario. Con la que está cayendo últimamente, seguro que con nuestro deseo por lo menos conseguimos que sus días sean un poquito mejores.
Qué tengas un buen día.
– Mar