Hace no mucho nos llegó un e-mail con la siguiente invitación: ¿queréis vivir en directo cómo nace la vida? La propuesta llegaba de mano de María Laguna, community manager de las clínicas IVI, y desde mi punto de vista no podía ser más interesante: nos invitaban a ser testigos de lo que significa un tratamiento de reproducción asistida. De principio a fin. Contemplar en directo cómo se extraen los óvulos, se fecundan, cómo se desarrolla en una incubadora el embrión. Sin saber muy bien cómo iba a cuadrar las fechas, enseguida le escribí un e-mail diciéndole que contase conmigo, porque sin duda quería ser testigo de cómo nace la vida.
Vaya por delante que sin estar en absoluto en contra de ellos, éste no es un post patrocinado. Es un post que escribo porque me apetece escribir sobre la reproducción asistida y sobre cómo viví la experiencia de ver trabajar a los profesionales que trabajan en las clínicas IVI. Porque pese a ser cada día más frecuentes, creo que todavía existe un cierto tabú en la sociedad cuando se habla de los tratamientos de fertilidad, y porque creo que hay que romper ese tabú y porque ninguna mujer u hombre debería avergonzarse jamás por recurrir a los avances de la ciencia para lograr ese sueño que la gran mayoría de los seres humanos tenemos: ser padres.
Ya os he contado alguna vez lo que quería ser desde que era pequeña: mamá. Y supongo que cuando una mujer como yo que sueña con ser madre empieza a tener un poco más de conciencia, en un momento u otro siempre le surge esa pequeña vocecilla que te dice: ¿y me quedaré embarazada? ¿tendré algún problema para tener hijos? ¿y si no me quedo embarazada? Alguna vez lo he comentado con amigas, algunas que ya son madres y otras que no lo son, y a todas en algún momento nos ha asaltado ese miedo. Yo lo tenía, y por eso cuando me quedé embarazada respiré tranquila. Pero también he estado muy cerca de personas que vieron cómo esos miedos se hacían realidad. Y es algo que le puede pasar a cualquiera. A cualquiera. Jóvenes y mayores. Personas que no tienen hijos o incluso cuando ya han tenido uno y van a por el siguiente. A cualquiera. Por eso a mí me parece un auténtico milagro que la ciencia haya avanzado hasta tal punto que pueda ayudar a esas personas a tener un hijo. Un milagro.
No es un proceso fácil de enfrentar: primero, confirmar que el embarazo no llega. Más tarde, saber que tienes que pasar por un tratamiento de fertilidad (tratamientos que son esperanzadores pero también duros y difíciles, no nos vamos a engañar). Pero afortunadamente existen. Y afortunadamente, clínicas como la que yo visité ayudan a cientos de personas diariamente a cumplir su sueño. Son procesos complicados, sí. Hay cuestiones éticas y morales a las que hay que enfrentarse, sí. Pero es un auténtico milagro que puedan ayudar a todas esas personas a hacer realidad su sueño, y por eso creo que hay que desmitificar el tema y apoyar a todos aquellos que deciden seguir un tratamiento de reproducción asistida todo lo que podamos.
La visita al laboratorio central la hice junto a María, la persona que contactó con nosotras, que me pareció una persona excepcional, que hablaba con pasión de la labor de IVI y de la cantidad de personas que ella misma ha conocido y a las que la reproducción asistida les ha cambiado la vida. Nos fue guiando David, un embriólogo que nos fue mostrando todas las instalaciones y contando todo el proceso que siguen. Además, nos mostró el momento de fecundación de un óvulo, lo cuál me pareció absolutamente impresionante. Y es que cómo nace la vida es increíble, ya sea en el útero materno o en un laboratorio, y os lo reitero otra vez: nadie debería sentir reparo por tener que someterse a un tratamiento de reproducción asistida, creo que es algo que habría que hacer con la cabeza bien alta.
Os diré que mpresionantes eran también las instalaciones y los protocolos de seguridad y calidad que adopta la clínica en todos sus procedimientos, cosa que me parece imprescindible en este tipo de temas tan delicados.
No quiero dejar de contar una de las cosas que desconocía y me pareció más increíble: como parte de su Responsabilidad Social Corporativa, IVI realiza una labor que creo que debería salir en las noticias nacionales cada día, porque es algo que todo el mundo debería saber (y por ejemplo yo no sabía): las mujeres que sufren cáncer y tienen que someterse a tratamientos con quimio y radioterapia sufren un riesgo muy alto de quedar estériles tras dichos tratamientos. El cáncer ataca muchas veces a mujeres jóvenes que todavía no son madres, y si duro es enfrentarse al cáncer, igual de duro debe ser que encima el cáncer te condene a no poder ser madre. Y aquí es donde entra IVI: Ofrecen gratuitamente, y repito, GRATUITAMENTE, que las pacientes con cáncer PUEDAN PRESERVAR SU FERTILIDAD mediante la vitrificación de ovocitos, la congelación de tejido ovárico y otras técnicas similares. Obviamente, no garantizan un embarazo en el futuro, pero sí ofrecen esa posibilidad a las mujeres que han pasado por un cáncer y que de otra forma quizás habrían perdido esa oportunidad, y eso ya es mucho. En mi opinión, una labor increíble a la que se debería dar la mayor de las difusiones, ¿no creéis?
Pues hasta aquí mi visita a IVI y mi modesta opinión sobre la reproducción asistida… ¿qué opináis vosotros?
– Mar
PD: Por cierto, en relación con el tratamiento de vitrificación de ovocitos para pacientes con cáncer, pregunté expresamente si realmente era gratuito y si luego las mujeres que se hacían la vitrificación de ovocitos en IVI tendrían que hacerse el tratamiento con ellos. Me confirmaron que era gratuito 100%, y que envíaban los ovocitos vitrificados a petición de las pacientes a cualquier lugar, incluidos por supuesto hospitales públicos, para que se hagan el tratamiento donde consideren oportuno.