Aunque no vivo allí, acabo de volver de hacer un viaje por toda la
costa oeste con mis hijas de 11 meses y dos años y medio… así que esta vez nuestro
viajar con niños está dirigido a
viajar con niños pequeños… ¡para aquellos que no vivimos en la propia ciudad!
Me explico: cuando viajas solo, en pareja o con amigos, sueles centrarte en ver museos, pasear mucho, buscar el mejor restaurante de la ciudad o aquel que más te han recomendado, aprovechar para ir de compras a tiendas que no conocías… si al viaje le sumas un niño, ¡o dos!, y más si son menores de cinco años, te encontrarás con obstáculos (que no problemas) tan tontos como que el pequeño viajero se cansará pronto de ver cuadros y esculturas que no puede tocar, una de sus grandes formas de descubrir el mundo, que no todos los caminos son cómodos para ir con sillita si no quieres terminar sin brazos (¡benditos portabebés!), o que no hay manera de meter la sillita -sí, sí, esa de plegado tipo tijera que es la más pequeña del mercado y que por eso compraste- entre las diminutas mesas del magnífico restaurante japonés que te ha recomendado todo el mundo, conocido o no. ¡Claro que eso lo compensan la cantidad de parques infantilesque descubrirás por el camino!