Tres niños yo. Y tres niños y un perro María. Y diría que cada verano viajamos un poco más que el anterior con toda la tribu a cuestas…
Hemos vuelto. Nos ha costado, estamos a día 6 de septiembre y a punto hemos estado de no llegar ni a publicar hoy, porque llegó septiembre y ya sabéis… Reorganización de la casa, todo lo que piden los colegios (libros, material, uniformes, extraescolares… ¡una locura!), los niños que hasta el 8 no empiezan… ESTO ES UN NO PARAR, pero aprovechamos un ratito para contaros lo que hemos hecho este verano: viajar, viajar y viajar, aunque también desconectar y disfrutar de nuestras respectivas familias.
// MAR //
«Tener un padre de Alicante y una madre andaluza tiene ventajas e inconvenientes, pero más de lo primero que de lo segundo. Por eso, nuestras vacaciones siempre tienen un poquito de ambos mundos.
Al ser autónoma, me fui de avanzadilla con los niños a casa de los abuelos en Sevilla en julio. Así los niños pueden pasar tiempo con los primos, los tíos y los abuelos y pasárselo en grande en la piscina mientras yo trabajo (o más bien lo intento…)
Después fuimos a la playa en Huelva, que siempre he pensado que es la gran desconocida de Andalucía. Se habla mucho de Cádiz, Málaga y Almería, pero no tanto de Huelva, y tiene unas playas espectaculares. Mejor, que siga un poco desconocida 😉
Algunos de mis mejores recuerdos están asociados a mis veranos allí, así que volver unos días a ver a amigos que lo son desde hace más de 20 años y ver cómo mis hijos juegan con los suyos no tiene precio (¿verdad, María?).
Luego pasamos una temporadita en las playas alicantinas, y la verdad es que yo, que soy bastante de secano, agradezco que el Mediterráneo sea bastante más calentito que el Atlántico 😉 Mucha piscina y mucha playa y la familia política tratándonos como reyes.
El verano acabó con el mejor colofón: una semana en Noruega visitando a parte de la familia que está allí, disfrutando de un tiempo estupendo (y eso no es normal) y desconectando como hacía años que no desconectaba. Ya os contaré más sobre nuestro viajecito en cuanto saque un poquito de tiempo.
Un verano genial en el que hemos disfrutado mucho, pero aunque sea políticamente incorrecto y todo el mundo esté con el «take me back», yo confieso que ya tenía ganas de volver.»
// MARÍA //
«El calorazo de las primeras semanas de julio hizo que aceptáramos de buen grado la invitación de mis padres para que les mandáramos a los niños a Santa Marta a pasar las dos últimas semanas. En plena Ribera de Duero, al menos allí las noches tienes la chaqueta garantizada sí o sí, y se agradece, y además disfrutan de sus primos. Los mayores aprovechamos para sacar trabajo entre semana y salir a cenar o al cine por la noche, que tampoco está mal, y los viernes salíamos corriendo hacia allá para volver el lunes directamente a trabajar.
La primera semana de agosto yo me uní a los niños a la espera de que llegara el día D: Londres, por fin, con los niños. No nos gustó el viaje, qué va: ¡nos encantó! Viajar con nilños puede ser agotador, cierto, pero creo que hemos sabido adaptarnos bien a sus ritmos y esa ha sido la gran clave del viaje. Bueno, vale, que en Londres haya un parque en cada esquina también ayuda 🙂 Allí coincidimos con Jessica y su familia, y pasamos un día genial por la zona de Battersea Park: todo un descubrimiento.
Rematamos el verano en Alicante: días de playa, relax, familia y amigos. Días tranquilos, disfrutando de no hacer nada y hacerlo todo, aprovechando el paseo nocturno a Bamba para tomar un helado, saliendo a cenar con amigos, levantándonos con toda la calma del mundo y disfrutando de la playa mañana y tarde. Un verano, en definitiva, en el que hemos podido desconectar como nunca.»
