15 cosas que no sabes de… Rocío Muñoz de Real Fábrica

rocio muñoz real fabrica

Dicen que el mundo es un pañuelo y así es: Ro es íntima amiga de una prima mía, de Sevilla y, por suerte, el mundo online nos unió en Madrid.

Casualidades de la vida. El caso es que Ro y yo nos conocíamos desde hacía algún tiempo de las redes sociales, de coincidir en algún que otro evento, etc. Y un día, hablando por email, le menciono el nombre de mi primera empresa, a lo que me contesta: «¡No me digas que tú eres la prima de Anabel!» Y sí, ésa era yo.

Ro es onubense y ha vivido durante muchísimos años en Sevilla, y hace unos años decidió tomar las riendas de su vida y fundó la maravillosa tienda online Real Fábrica, en la que cada día nos transmite la autenticidad española a través de una excepcional selección de productos «de los de toda la vida».

Ro se ríe a todas horas. A todas horas, en serio. Y transmite un buen rollo y una alegría que es imposible no salir con la sonrisa puesta cada vez que pasas un rato con ella.

Hace un par de semanas estuvimos comiendo juntas, riéndonos y hablando de nuevos proyectos ilusionantes, y le pedí que nos contase 15 cosas que no se saben mucho sobre ella…

// UNO //

Los primeros 14 años de mi vida desayuné churros cada mañana, aún pago las secuelas en cremas «reduce-culamen».

// DOS //

Tengo acentazo andaluz hasta cuando hablo idiomas. Yo misma me parto con el inglés andalusí que manejo, y mi francés sevillano es lo más. Hasta cuando hablo portugués me acabo comiendo las últimas letras de “laj palabra”.

// TRES //

Siempre digo que tengo el mejor trabajo del mundo, pero sobre todo, en Real Fábrica tenemos equipazo. Una de las chicas es cantaora de flamenco (su grupo se llama Azahar), y entre pedido y pedido hay rumbeo en la oficina.

// CUATRO //

Un cuarto de mi sangre es catalana. Mis abuelos se conocieron en un tren en Barcelona. Él le contó que era torero (mentira podrida) y tuvieron 9 hijos.

// CINCO //

Yo no soy nada sibarita, pero mi estómago sí. Soy alérgica a la carne de cerdo desde pequeña, pero el jamón me pirra. Mi padre pensaba que le tomaba el pelo e intentaba engañarme con las albóndigas, pero las vomitaba. Ahora, ¡ponme un buen jamón que ya verás!