El día en que cambiaron mis prioridades
Es curioso, no me preguntes por el nombre de un restaurante porque seguro que no me acuerdo, pero pregúntame por el cumpleaños, santo o aniversario de boda de alguno de mis amigos que fácilmente me lo sepa. Y el pasado 19 de enero, en concreto, se me ha quedado grabado a fuego. Bosquete me pegó un sustazo que, gracias a Dios, ha quedado en eso: un susto, y que os contaré otro día, pero del que saco una lectura positiva que, aunque suena a topicazo, jamás tuvo tanto sentido para mí. Que la vida es demasiado corta como para no disfrutarla al máximo, y que puede cambiarte de pronto, así, sin previo aviso.
Por eso, porque no estoy dispuesta a que no «me pille bailando», como dice la siempre genial LucíaBe, desde el 19 de enero han cambiado las tardes por casa. Ya no hay prisas, ni «un segundo que termino» o «ahora no, que tengo que trabajar». Ya no me preguntan si puedo dejar el ordenador e ir a jugar con ellas.