Tenía pendiente enseñaros la habitación que comparten mis tres hijos, pero entre unas cosas y otras la verdad es que no terminaba de encontrar el momento de sacar unas fotos medio decentes hasta que el viernes, por fin, aprovechando que estaba sola en casa con Bosquete y que hacía un día espectacular, lo conseguí.
Estuve mucho tiempo dudando si meter a los tres a dormir juntos o no, pues sabía que las niñas no iban a tener el mismo horario que su hermano, pero lo cierto es que no quería perder el cuarto de jugar… así que al final me lancé: ¡y creo que no podría haber tomado mejor decisión!
Desde que duerme con sus hermanas, Bosco duerme del tirón y, si se despierta, sus hermanas ni se inmutan (que era otro de mis miedos); ¡y las risas que se escuchan cuando les da por jalearse los unos a los otros no tienen precio!
Antes de que Bosco pasara a dormir con ellas, las dos minicamitas estaban donde está ahora la cuna, cabeza con cabeza, y aunque era cómodo porque me liberaba mucho espacio en la habitación, había momentos en que era un rollo, como en la hora del cuento, pues nunca conseguía leérselo con las dos metidas en la cama. Ahora, con el cambio, tanto a su padre como a mí nos encanta tumbarnos entre las dos, con ellas ya metidas dentro de la cama y bien tapadas, enceder la lucecita que hemos puesto en la cómoda y que es mucho más tenue, y leerles un cuento (o dos o tres, depende del día que tengamos y lo tarde que se nos haya hecho), antes de rezar juntos, llenarlas de besos y darles las buenas noches. Alguna noche hemos probado a meter a Bosco entre nosotras pero no para ni un minuto quieto, así que la mayoría de las veces escucha el cuento desde su cuna, pegando saltitos y jaleándonos, feliz de vernos a todos en el cuarto.
No es ningún secreto que soy muy fan de Babybites, si me seguís por Instagram seguro que os habéis dado cuenta. Me encantan sus sacos desde que los vi en el blog de Mr. Wonderful hace ni se sabe, y me enamoré de ellos perdidamente cuando nació Bosco.
Primero lo utilizamos como saco para sacarle de paseo en su carrito, y luego como saco de la silla. Aún hoy, que ya no cabe bien en el saco como para llevarlo en la silla, sigo teniéndolo a mano y le meto dentro las noches que hace frío, porque Bosco no para quieto ni cuando duerme.
Además, me parecen una idea genial para regalar a un recién nacido (a más de uno de mi entorno le ha caído ya), más aún ahora que han sacado la versión veraniega de tooodos su sacos. Si antes ya me parecía cómodo porque me daba la sensación de que abrigaba, pero sin asfixiar, la versión de verano me parece la solución perfecta para esos bebés que nacen en primavera u otoño, cuando no hace demasiado frío ni demasiado calor.
El mapamundi de la pared es un vinilo magnético de Janod que me descubrió mi marido en una tienda y del que nos enamoramos perdidamente. Llevaba tiempo pesadísima con la idea de poner un mapamundi en la habitación de las niñas y creo que cuando descubrió este vio la oportunidad de olvidarse por fin de mis «¿has visto este?» «¿y este otro?» «a ver si encuentro dónde comprar este otro». Jajaja, ¡el pobre…!
Me gustan las habitaciones llenas de recuerdos cargados de significado, creo que por eso me ha llevado tanto tiempo dar por «concluida» la decoración de su cuarto. La casita de Sur le fil de Fer, regalo de bienvenida a Bosco de mi queridísima LucíaM, tenía que estar ahí, cómo no. Y una de las láminas que nos regaló Amaya Deeme, alumna de uno de nuestros cursos en Hello! Creatividad, porque es un solete y me encantó el detallazo, además de sus láminas que son de quitar el hipo, ¿o no?
La casita de muñecas está encajada con calzador, pero tampoco podía faltar en su cuarto. La hizo mi abuela Ana, que es una auténtica máquina, como regalo para las niñas cuando nació Bosco. Está hecha sobre un antiguo mueble de televisión de madera que mis padres ya no utilizaban y que le llevé a mi abuela pensando en hacer con ella una casita de muñecas mucho más sencilla de lo que terminó siendo… pero es que mi abuela es mucha abuela 😉
Y os vais a reír pero el que más juega con ella, con diferencia, es Bosco. En cuanto me despisto está metiendo y sacando los muebles de la casita, cogiendo los muñecos para llevarlos de paseo por toda la casa, o utilizando a los pobres a modo de chupete. Le encantan.
Tenía muchas ganas de meter una mesilla de noche en el cuarto de las niñas donde poder poner una lamparita y algunos de esos recuerdos que hemos ido almacenando desde que nacieron, pero el espacio es el que tenemos así que, tras dar vueltas y más vueltas a los muebles de la habitación, terminamos optando por meter la cómoda que teníamos antes en nuestro cuarto y que hiciera las veces de mesilla de noche.
En ella tenemos las dos letras de las iniciales de mis hijas mayores, que compramos en una de las primeras Pop-Up de Madrid in Love a las que fui; una casita de jengibre que compré en Ikea unas navidades y que nos acompaña desde entonces con su lucecita quitamiedos; la lámina del día del Padre que le encargué a Laura Baena hace un par de años y que fue todo un éxito; y la lámina de la genial TuttiConfetti que me regalaron dos de mis mejores amigas en uno de los cumpleaños de mis hijas (¡ay, qué poco me conocéis!) y que me apasiona: Blanca(nieves) y su hermana el enanito locatis, es tannnn ellas…
Y ya, para terminar, otra de las cosas que no podía faltar en su cuarto es esta imagen que nos regaló mi abuela Montse a todos los nietos casados y que llevaba tiempo queriendo colgar pero no terminaba de encontrar dónde. El cuadro está pintado sobre azulejos, y tengo especial cariño a la imagen porque mi abuela tenía una enorme en su cocina, con los nombres de todos sus hijos repartidos a cada lado; en junio hará dos años que murió mi abuela, así que me encanta que mis hijos vean todas las mañanas al levantarse, y todas las noches al acostarse, un recuerdo suyo tan especial para mí.
¡Menudo post eterno para empezar la semana…! ¿Y vosotros? ¿Sois partidarios de que los hermanos compartan habitación o preferís que cada cual tenga su espacio?
-María