Mi casa es como el Santo Sepulcro de Jerusalem. Bueno, va, lo tengo que explicar porque los que me conocéis sabéis que aquí ni somos muy santos ni escondemos sepulcros. Es por algo que yo aprendí en las guías de viajes (¿os acordáis de las Let´s Go o las Routard? Nostalgia pretecnológica, perdón…) en un viaje a Israel. En el Santo Sepulcro está decretado el Status Quo: nada de las zonas comunes se puede cambiar si no hay un acuerdo entre las distintas comunidades que lo regentan. Y por eso hay una escalera de madera en la fachada que quedó ahí tras decretarse dicho Status Quo y que no se ha movido desde 1757.
Y ahí está el paralelismo: aquí no se cambia niente. Nuestra escalera son los dibujos colgados de las paredes de Emma. Desaparecen cuando se despega el washi tape. Vaya, como ocurrirá con la escalera: por erosión. Pero he resuelto escribir este post porque sé que muchos de los que os pasáis por aquí tenéis una capacidad EXTRAORDINARIA para darle una vuelta a la casa. Y como se nos ocurrió esta iniciación a Montessori, qué mejor que empezar por crear un ambiente preparado para nuestros niños, que les permita desarrollarse de forma autónoma y sin la asistencia constante de un adulto.
Siendo Montessori un método en esencia respetuoso con el niño, lo primero para crear un ambiente preparado es ponerse en su lugar. De ahí que una de las recomendaciones para mi gusto más bonitas, es que a la hora de preparar el ambiente de los niños, nos pongamos a su altura. Sí, literalmente. Nos agachamos y miramos para ver el mundo con sus ojos y poder entender mejor sus necesidades.
Cuando entramos en una casa Montessori, lo primero que nos llama la atención es lo ordenado que está todo. Y lo bonito que es, porque seamos francos, los materiales Montessori tienen un punto muy estético. Pero esto ya es de 10. No es necesario comprar todos esos materiales tan bonitos y ejem… tan caros, y tampoco es lo que estamos tratando de hacer aquí. Casi todo se puede suplantar con buena voluntad. Lo que está claro es que si los materiales y juegos de los niños están ordenados y dispuestos de forma que para ellos sea fácil devolverlos a su lugar original, tendremos más opciones de que esto ocurra. Y esto, reconozcámoslo, nos pasa a los adultos también. Ese momento limpieza de armario y acomodo de fulares para tenerlos a mano y siempre en orden, arggg.
Por eso hay estanterías bajas con pocos materiales y juguetes, que se sacan según sus necesidades y gustos y se van rotando. Una idea es tener una balda con los favoritos y más solicitados y otras baldas con otros materiales que roten más a menudo. Para mantener este sentido del orden, es conveniente utilizar cestas y bandejas o cajas para evitar que se desperdiguen, se mezclen o se pierdan (pensad en los fulares ;D).
Las mesas y sillas acordes a la estatura de los niños –una de las grandes propuestas de María Montessori, como ya comenté en otro post-, ya están presentes en casi todas las casas, pero es interesante también tener alfombras pequeñas, ligeras y lisas (sin dibujos que les desconcentren) donde los niños puedan manipular sus herramientas, ya que ¿qué niño está sentado todo el rato? La alfombra les permite además delimitar su espacio de trabajo en la amplitud del suelo y debe de guardarse al alcance del niño para que haga uso de ella siempre que lo crea conveniente o se lo hayamos sugerido.
Independientemente de cómo organices tu casa, es importante que el niño se sienta a gusto en ella. Sobre todo en las zonas de uso común. Y por supuesto, cuando el niño es algo mayor, cread juntos un espacio para él/ella que refleje su personalidad e intereses.
Con esto no estoy diciendo que lo llenen de merchandising, nopordiosss, que también hay que fomentar el buen gusto. Pero si le gustan los dinosaurios o siente interés por los planetas, siempre podéis colgar unas láminas chulas o un sistema solar. O podéis convenir comprar unas plantas, que siempre alegran el ambiente y al ser algo orgánico, requieren de más cuidados y fomentan el sentido de la responsabilidad.
En este espacio también pueden tener una radio CD para escuchar música y que sean ellos mismos quienes lo gestionen. Hace un tiempo compré una para Emma y le dejé sus CDs al lado. La experiencia ha sido muy positiva y ahora me estoy planteando ampliar su colección de CDs con los nuestros para ver si se anima a escuchar nuestra música por iniciativa propia. Por otra parte, hay estudios que relacionan la adquisición de otros idiomas con la exposición temprana a la música. Todo ventajas, ¿no?
También es muy conveniente tener un espacio de manualidades y es mejor asegurase de que escogemos el lugar apropiado para todo su despliegue de pinturas, témperas, rotuladores y pegamento, para poder disfrutarlo y mantener un ambiente relajado y propicio a su derroche de creatividad:). Buscad también un lugar donde exponer sus mejores creaciones, para que se acostumbren a apreciar y observar los trabajos expuestos.
Si la habitación es para un niño pequeño, los que aún no suben y bajan de la cama con facilidad, se puede utilizar el recurso del colchón en el suelo. Y sí, veremos la cara de asombro de los abuelos, pero ya sabemos las ventajas: autonomía, autonomía y autonomía. Si además de esto, ponéis un espejo alargado a ras del suelo, vuestros bebés y toddlers lo van a pasar de maravilla.
Y hablando de autonomía. Otro buen recurso es adaptar un armario para la ropa de nuestros hijos. Que ésta quede a su alcance. Cuando son más pequeños, se les puede dejar un par de conjuntos preseleccionados y según van creciendo y pueden manipular mejor el espacio y elegir mejor los “modelos”;), se va ampliando la selección hasta su totalidad. En la misma línea, podemos tener en el vestíbulo un perchero a la altura del niño para que puedan colgar sus abrigos al entrar en casa y un banquito para calzarse/descalzarse.
El típico banquito en el baño para acceder al lavabo es una excelente idea que Ikea nos ha puesto fácil. Nosotros hemos añadido también un espejito de los de ventosas que hemos pegado a su altura para tenerlo más a mano, y es muy divertido pillar a Lydia poniendo caras y exteriorizando sus emociones.
La cocina es uno de los espacios favoritos de los pequeños y esto da para un post completo. Les entusiasma y hay que aprovechar esa predisposición. Nosotros tenemos a su alcance los platos, vasos y demás útiles para que pongan la mesa. Pero tener una mesa baja con utensilios (de los de verdad) donde puedan trabajar y ayudar en la elaboración de la comida o un banco que les permita estar a nuestra altura les hará felices.
Si conseguimos crear un ambiente acorde a las necesidades de nuestros hijos, más tranquilos estaremos todos. Sobre todo, sabiendo que estamos sentando las bases de su futuro, porque está comprobado que un ambiente bien organizado tiene un gran impacto en el desarrollo de la personalidad del niño.
Marta Pariente
