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Ya casi ha terminado septiembre. Y quizás no es el momento de escribir este post y que además sea políticamente incorrecto, pero creo que es necesario.
No suelo utilizar el blog como una plataforma de reivindicación pero, por otra parte, puede que nuestra voz a través del blog y el altavoz que nos da el mundo online y las redes sociales permitan que algo cambie, y por ello no puedo dejar de hacerlo.
Nos remontamos al 1 de junio. No sé los vuestros, pero prácticamente el 100% de los colegios concertados que conozco a partir de esa fecha comienzan la jornada reducida. Es decir, que los niños salen entre las 12.30 y las 12.45, salvo que tengan comedor, que entonces salen hacia las 14.00.
Las vacaciones comienzan el 18 de junio. Hasta el 8 de septiembre que han comenzado los míos el colegio, hacen un total de 11 semanas de vacaciones sin cole. Casi 3 meses.
En muchos colegios (en el de mis hijos, por ejemplo), la jornada reducida también se aplica en septiembre. Si sumamos junio y septiembre, pasarán 7 semanas saliendo del cole, como mucho, a las 14.30.
Sumemos las 3 semanas que tienen en Navidad de vacaciones. Y la Semana Santa, que en el caso de muchos coles en Madrid se extiende desde el jueves anterior al Domingo de Ramos al martes posterior al Domingo de Resurrección.
22 semanas. Casi 5 meses y medio. Durante 3 meses y medio, los niños tienen vacaciones en el colegio. Durante 2 meses aprox, tienen jornada reducida y salen entre las 12.45 y las 14.30.
Ahora vamos a los padres. Según la ley, tenemos derecho a 22 días laborables de vacaciones al año, más los días festivos. Hay convenios y empresas que dan algunos días adicionales, la Administración Pública también da algunos días extra. 1 mes de vacaciones. 1 mes y una semana, como mucho. Si eres autónomo tienes más flexibilidad, que no más vacaciones, que directamente es complicado tener.
Y ahora que alguien me lo explique. Que alguien me explique cómo podemos organizarnos los padres para atender adecuadamente a los niños cuando éstos no tienen colegio (durante más de una cuarta parte del año) o bien cuando tienen jornada reducida, si nosotros tenemos 1 mes de vacaciones y una jornada mínima mínima de 8 horas laborales diarias. ¿Cómo lo hacemos los 4 meses y medio restantes si tenemos niños pequeños que lógicamente no pueden quedarse solos en casa mientras sus padres trabajan?
Después de muchas conversaciones con madres y padres, yo os digo cómo lo hacemos:
1) Apuntándolos a «talleres» durante las tardes de junio y septiembre, en el mismo colegio generalmente, para que salgan a la misma hora que el resto del año, con el consiguiente gasto extra, o haciendo malabares en el caso de autónomos para recogerlos e intentar trabajar en casa mientras ellos no entienden por qué mamá o papá está con ellos pero tiene que trabajar;
2) Con ayuda de los abuelos, que los recogen esos meses que salen antes o los cuidan durante la Navidad, los días de vacaciones de la Semana Santa o toda la parte del verano en la que no podemos estar con ellos. Pero hay abuelos que todavía trabajan, o que no están bien físicamente, o no están al 100% de salud como para estar cuidando de niños pequeños que tienen un 200% de energía. Aún así ayudan, los que pueden. Aunque acaben agotados, aunque la espalda no pueda más de subirles a los columpios en el parque, aunque durante semanas tengan que preparar desayuno, comida y cena para 2, 3 o 4 más… aún así.
3) Con ayuda en casa o contratando a alguien que les ayude esos meses, quien se lo pueda permitir, para que los recoja, los lleve al parque, cuide de ellos, les entretenga y juegue con ellos.
4) Apuntándoles a campamentos urbanos en verano en colegios o ludotecas, con el consiguiente (gran) gasto económico que supone y que se multiplica cuando son varios hermanos. Generalmente, si tienes a tu hijo en un colegio concertado, 4 semanas de campamento urbano en el mismo colegio para que hagan manualidades o jueguen en el patio supone multiplicar por 5 o 6 el gasto mensual de colegio.
5) Temblando mientras dejan al hijo de 4 años y al de 7 al cuidado del hermano de 11 durante demasiados días y demasiadas semanas, por ejemplo, llamando cada 5 minutos angustiados desde el trabajo para saber que están bien, que no se les ha ocurrido encender la vitro, abrir la ventana o pelear mientras suben la escalera, entre otros motivos de angustia que todos podemos imaginar.
6) Pidiendo vacaciones por separado, el padre y la madre. Tengo amigos que no han tenido vacaciones juntos desde que tuvieron a los niños porque se organizan para poder estar con ellos las semanas que no tienen colegio.
Así lo hacemos. Haciendo malabares. Gastando dinero. Sobrecargando a los abuelos. Sin poder disfrutar de unas vacaciones juntos. Rezando para que no pase nada y el hermano de 11 años sea tan responsable como si tuviera 10 más.
Y ahora, por si hay dudas, algunas aclaraciones:
¿Quiero decir con esto que quiero que los padres tengamos más vacaciones? No.
¿Quiero decir con esto que mis hijos tienen que estar 11 meses en el colegio hasta las 16.30 de la tarde sin poder descansar en Navidad, Semana Santa o en verano? No.
¿Quiero decir con esto que los profesores deberían trabajar más horas y tener menos vacaciones? No.
¿Quiero decir con esto que el Estado tiene que subvencionar ilimitadamente el tiempo que pasan los niños en el cole? No.
Lo que sí quiero decir es que nuestra situación no es la misma que la situación de nuestros padres, especialmente madres, hace 30 años. Pero el calendario escolar no se ha modificado.
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Antes muchas madres no trabajaban al tener hijos, tenían un horario laboral moderado o eran más jóvenes al convertirse en madres y por tanto los abuelos también lo eran. Digo madres no por un tema de feminismo o algo que se le parezca, simplemente porque era un hecho y un porcentaje mucho más elevado de mujeres eran las que quedaban al cuidado de los hijos.
¿Y qué se podría hacer?
* Pues comenzar por lo más evidente: revisar el calendario escolar para que sea más acorde a la realidad de los padres. Por supuesto que los niños necesitan tiempo de esparcimiento y de vacaciones, que necesitan tiempo libre, de no hacer nada, pero digo yo que si luego tienen que ir a campamentos de los llamados «urbanos» porque los padres tenemos que trabajar, poco cambia la cosa.
* Creo que se podría ajustar el calendario escolar para que los niños descansen y que no todo fuesen deberes, fichas y aprendizaje como tienen a lo largo del año, y que igual que en los campamentos urbanos que están bien organizados tienen juegos colectivos, talleres, manualidades y obras de teatro, desde los propios colegios se podrían organizar este tipo de actividades para ciertas épocas del año (en las que ahora dan vacaciones) a un precio más razonable, incluso contando con ayuda por parte del Estado, que para eso pagamos impuestos y no para otros fines que no viene al caso mencionar aquí pero que todos tendréis en la cabeza.
* Creo que no tiene sentido que durante los meses de junio y septiembre tengan jornada reducida, porque ocasiona numerosos quebraderos de cabeza a los padres y no se corresponde con la realidad de los horarios laborales que tenemos.
* Por supuesto, y volviendo a la famosa conciliación, de la que ya os hablé cuando os conté que según uno de mis jefes estaba «enhijada», no pido que los padres tengamos que tener más vacaciones, pero sí que las empresas deberían entender mejor el concepto de flexibilidad laboral y aplicarlo para que los padres puedan teletrabajar y adaptar mejor sus horarios laborales (insisto, que no necesariamente reducirlos) para poder organizar su vida familiar, y entender que no por ello perderán productividad, sino que pueden ganarla y además generarán un clima de satisfacción en sus trabajadores que repercutirá en un mayor compromiso hacia la empresa.
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Me encanta estar con mis hijos. Son lo mejor que tengo. He dejado mi trabajo «seguro» para hacerme autónoma y tener más flexibilidad y poder estar con ellos todo el tiempo que pueda. Duermo lo mínimo e imprescindible para estar con ellos todo lo que puedo y recuperar tiempo de trabajo de noche. Pero eso no significa que no tenga que trabajar. Y durante casi la mitad del año estar a medio gas es muy complicado.
Y conste que yo me considero una afortunada: puedo más o menos organizarme a costa de no dormir, tengo una familia que me ayuda siempre que lo necesito, tengo ayuda en casa y hasta ahora he podido apuntarlos a talleres de tarde o campamentos urbanos en sus vacaciones cuando lo he necesitado.
Pero veo la angustia que viven la mayoría de los padres que tengo alrededor cuando llegan las vacaciones escolares o la media jornada de junio y septiembre, veo a los abuelos «doblados» en el parque mientras cuidan de sus nietos con una sonrisa cansada, veo a amigos que no tienen ni una semana juntos de vacaciones, y creo que algo no está funcionando bien.
Cuando estudié Derecho recuerdo aprender que una de las funciones y retos más importantes de la ciencia jurídica es ajustar las normas a la realidad social. Pues bien, es una realidad social que los padres de hoy, generalmente trabajadores ambos, no podemos estar casi 3 meses y medio de vacaciones para atender a nuestros hijos. Ni reducir nuestro horario durante otros casi 2 meses para llegar a recogerlos a las 14. Y por eso creo que algo tiene que cambiar, y que quizás si lo verbalizamos y lo movemos: a) en el mundo online y en las redes sociales; y b) en el mundo real haciendo propuestas a colegios y a las administraciones competentes, algo cambie.
Os invito a ello y a que me contéis vuestras impresiones, críticas y/o si tenéis propuestas para que esta situación cambie.
– Mar