A mi madre le pirran las pipas. Y si se las puede comer en la hamaca sentada en la playa mirando al mar, mejor que mejor (¿o no es verdad, mamá?). A mi marido también le pierden: a él le gusta comer pipas viendo un buen partido de fútbol. Total, que no sé de qué me extraño de que a mi hija de 2 años y medio le encanten las pipas y ande siempre pidiendo pipas que, generalmente no le damos, ya que no es lo más ideal para una niña de su edad: tan sólo alguna vez le caen 2 ó 3 pipas aquí y allá. Pero el otro día tenía ganas de cocinar con ella y, a la vez, hacer algo que le hiciese ilusión (es tan fácil hacerles felices y ver sus caritas iluminadas…). Así que pensando y pensando y rebuscando recetas en internet de pronto me vino la idea: Haríamos pan de pipas. Tendríais que verle la cara cuando vio esas montañitas de pipas de calabaza y pipas de girasol como principales ingrediente… ¡estaba emocionada! Así que nos pusimos con las manos en la masa (cómo me gusta cocinar con ella), y he decidido escribir este post para compartir con vosotros la receta, que encontré en el blog Dulces para Cloe y que salió riquísima, ya que es una receta divertida para cocinar con niños.

Seguid leyendo para ver la receta completa, ya que es muy sencilla y el pan está buenísimo, ¡os lo garantizo!